miércoles, abril 29, 2009

Influenza porcina: otra prueba de la improvisación en América Latina



El viernes pasado, exactamente a las ocho y media de la noche de Quito, tomé conocimiento a través de colegas de la epidemia de influenza porcina. La cena con la que culminábamos una semana de trabajo se convirtió en un cruce de llamadas telefónicas repletas de preocupación, y el postre fue servido frente a un televisor en el que el informativo de Televisa fue otro invitado.

La OMS ya había alertado un par de años atrás de la posible epidemia. La mayoría de los países de América Latina desoyeron el aviso, por lo que muchos siguen sin tener los reactivos para llevar a cabo el diagnóstico diferencial ni los medicamentos antivirales para el tratamiento.

Dejé Quito en el atardecer del sábado, veinticuatro horas después que la OMS declarara la epidemia. A las dos horas llegué a Lima, no existiendo allí puestos médicos de control. Tampoco en el aeropuerto de Asunción, donde todos los pasajeros del avión tuvimos que permanecer cuatro horas por un problema técnico. A las nueve y media de la mañana del domingo, habiendo transcurrido treinta y seis horas desde la declaración de la epidemia, en el aeropuerto internacional de Carrasco de mi país, tampoco nadie controló nada a pesar que en Lima se sumaron pasajeros provenientes de toda América.

Aquí, recién ayer martes comenzaron los controles. A los pasajeros con “algún síntoma” lo mandan para su casa para que sea revisado por su médico, a pesar que los protocolos internacionales indican que debe estar en cuarentena en un hospital específicamente designado hasta confirmar o descartar el diagnóstico. Lo último, difícil de lograr rápidamente porque no hay reactivos y es preciso enviar las muestras al laboratorio de Atlanta, EUA. Mientras tanto, si es que esas personas tienen la mala suerte de estar infectadas, diseminan el virus entre sus allegados. Como si esto fuera poco, desde el sábado, las autoridades de salud de mi país han dado versiones contradictorias. Primero, que hay que vacunarse contra la influenza común (estacional), llegando incluso a decir que sirve contra la porcina. Ayer, por primera vez, quedó claro que la vacuna contra la gripe común solamente permite que haya menos casos de dicha gripe, ayudando entonces a diagnosticar las posibles porcinas. Pero la gente está confundida y ha colmado los puestos de vacunación, donde se agotaron las dosis y la población de riesgo (niños pequeños, mayores de sesenta y cinco años, trabajadores de salud, pacientes inmunodeprimidos, bronquíticos y asmáticos, entre otros) que debería recibir la susodicha vacuna no puede hacerlo. Las autoridades deberían haber prohibido la vacunación a quienes no pertenecen a la población de riesgo hasta que no lleguen al país las dosis “extra” que fueron encargadas y que al parecer llegarán el 7 de mayo. Fantástico, la población de riesgo de la gripe común quedó sin ser inmunizada hasta nuevo aviso porque el ministerio de salud no cumplió su función. Ahora tendremos más casos de gripe común por la ineficacia de nuestros gobernantes, al tiempo que no se aplican las recomendaciones internacionales en lo concerniente a la epidemia de gripe porcina. Como siempre, el sentido común es el menos común de los sentidos. Es muy fácil ser autoridad sanitaria de un país cuando las cosas funcionan bien. Lo difícil es actuar adecuadamente cuando se complican.

Si se analizan los casos en el mundo, solamente en EUA, en Europa y en Chile, casi no existen los “posibles”. Es decir, se confirman (o descartan) rápidamente porque hay reactivos, y si se está frente a un paciente que padece gripe porcina, inician enseguida el tratamiento pues cuentan con el antiviral (Chile, por ejemplo, tiene medio millón de dosis).

América Latina, la sufrida, las de las venas abiertas del uruguayo Eduardo Galeano, es rica pero se deja robar pues nuestros gobernantes prefieren vender el patrimonio que asegurar la salud pública. No es casualidad que la epidemia haya estallado en México. No es temporada de gripes, los diagnósticos se demoraron en un sistema de salud que es más que precario por lo que colapsa fácilmente en circunstancias como ésta y se ocultó (probablemente por ineficacia del sistema de salud) la gravedad de la situación durante semanas en lugar de informar a la OMS y a la ciudadanía. Lo alarmante es que América Latina continúe repitiendo los errores. Mientras Chile, Cuba y Argentina han tomado medidas de protección y Ecuador acaba de decretar el estado de excepción, los gobiernos del resto de los países actúan como si fuesen inmunes a una epidemia que ya se sabe es imposible de detener. Las distancias se acortan con los aviones, los aeropuertos se convierten en puntos de diseminación de los virus, los tapabocas comunes no sirven para nada, pero se venden como pan recién horneado. En nuestro aeropuerto, por ejemplo, los funcionarios tuvieron que comprar con su dinero los de alta densidad a pesar que se está frente a una epidemia por lo que el costo de los mismos debe correr por cuenta del gobierno y pagado con lo recaudado a través de los impuestos que bien altos sos . En ningún hospital de Uruguay se han dictado conferencias sobre esta gripe que nos amenaza pese a que la OMS ya declaró que estamos en nivel 5, a un paso de la pandemia. El comité de crisis debería ser activado, Pero nuestros gobernantes no hacen lo adecuado a pesar que las directivas de la OMS son tan claras que cualquier ser humano es capaz de entenderlas.

Me duele México, ¿cómo no dolerme si está pagando con la vida de su gente errores de gobernantes que no piensan que la vida es el bien más preciado de un país? La pérdida de vidas no tiene precio. Pero tampoco, los jornales de quienes no van a trabajar pues deben cuidar a sus hijos, ni una economía golpeada por la suspensión de vuelos, turismo, espectáculos, etc. Sin embargo, los partidos de football se llevan a cabo sin espectadores (¿cuánto dinero se mueve que no se suspenden?). Me duele América Latina toda, porque en materia salud no se puede improvisar, sino que debe pensarse con antelación, oyendo a los organismos internacionales y actuando sin demoras. Si tenemos la suerte que en el resto de América Latina no existan más casos de esta maldita influenza es simplemente porque, como hubiese dicho mi tía Carmen, contamos con un dios aparte. Entonces nuestros gobernantes seguirán tan soberbios como siempre, sintiéndose más omnipotentes y omnisapientes, mientras olvidan que mañana puede tocarnos a nosotros y no a los hermanos mexicanos.