Logo del Día del Patrimonio 2007
El candombe hace mucho que dejó de ser una expresión artística de un grupo étnico minoritario y capitalino. A estas alturas, es un componente significativo de identidad de los uruguayos, a pesar de haber surgido de los negros esclavos que los españoles trajeron a estas tierras desde África, en condiciones inhumanas a las que pocos sobrevivían. El candombe se basa en el toque de los tambores llamados chico, repique y piano. Estos se confeccionan con barriles y lonjas de cuero de vaca. Con los ritmos que ejecutaban y las danzas que acompañaban la música, los esclavos lograron conservar su cultura y sus prácticas religiosas. Este ritmo musical se disfruta desde 1956 en el Carnaval en un desfile exclusivo, denominado Desfile de Llamadas, ya que con el ritmo del candombe, los negros esclavos llamaban a sus pares (aún hoy, los fines de semana, en muchos barrios de Montevideo, en cualquier época del año, se sigue llamando, tocando y bailando en las calles, no solamente los negros, sino todos aquellos que disfrutan de ese ritmo, ya uruguayo). El baile se compone de movimientos básicamente de caderas y hombros, a diferencia de la samba brasilera en el que los pies son los protagonistas (tampoco se parece a la salsa cubana, y si dudan, pregunten a mi amiga Simone, experta bailarina de samba que nada pudo hacer por imitar a mi otra amiga, la habanera Roxana). En las últimas décadas, el candombe ha sido incorporado a otras formas musicales, siendo incluso ejecutado por orquestas sinfónicas uruguayas, recorriendo el mundo con ellas, así como también a través de canciones de uruguayos tan famosos como Jorge Drexler, ganador del Oscar a la mejor canción de película por A otro lado del río, en Diarios de Motocicleta) (somos pocos pero nos hacemos notar).
La lluvia que desde ayer inunda casi todo el país se está retirando, dando paso a un cielo que esboza su típico celeste primaveral. A salir a la calle, entonces, a patrimoniar (verbo que acabo de inventar), recorriendo a pie, en bicicleta, en bus o a caballo los lugares que son nuestros, pero sin olvidar que no podremos enorgullecernos del candombe mientras siga existiendo discriminación hacia los negros.
Como cada año desde hace doce, se celebra en nuestro país el Día del Patrimonio, organizado por el Ministerio de Educación y Cultura. Día que, en realidad, es un fin de semana desde el año pasado, extensión que agradecemos todos los que aquí habitamos pues duplica las posibilidades de recorrer sitios y disfrutar las actividades que se ofrecen.
Edificios que albergan oficinas públicas y gubernamentales, escuelas, liceos, universidades, viviendas, museos, industrias, empresas, clubes, bodegas, bibliotecas, abren sus puertas a todo público. Públicos y privados, sin distinción. El común denominador que tienen es ser parte del patrimonio nacional. La inmensa mayoría de esos lugares únicamente pueden ser visitados este sábado y domingo, por lo que muchos son los que aprovechan la oportunidad para conocer algo más de nuestro país, y sentirse orgullosos de lo que es nuestro. La entrada gratuita es un condimento más.
Cada año, se elige un tema central, que resulta ser el eje de la celebración. Este 2007, corresponde a la cultura afro-uruguaya, a través de tres mujeres negras, Martha Gularte, Lágrima Ríos y Rosa Luna. Más vale tarde que nunca, se me ocurre, porque los reconocimientos no deben esperar a que las homenajeadas estén muertas.
Tres mujeres de origen pobre (dos nacidas en el interior de país, y una en el Conventillo del Medio Mundo destruido por la última dictadura militar) que salieron adelante en la vida gracias a sus personalidades y a sus condiciones artisticas. Martha Gularte (1919- 2002), excelente bailarina, vedette indiscutible de nuestro Carnaval desde 1949, primera vedette de comparsa de negros y lubolos. Rosa Luna (1939-1993) bailarina y coreógrafa, que a partir de la década de los sesenta se convirtió en el símbolo del carnaval, como vedette. Lágrima Ríos (1924-2006) cantante de tango (la Perla negra del tango) y candombe (la Dama del candombe), pero, sobre todo militante social, Presidenta de Mundo Afro, luchadora contra toda forma de discriminación, llegando a participar en Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia que se realizó en Durban, Sudáfrica (2001).
Edificios que albergan oficinas públicas y gubernamentales, escuelas, liceos, universidades, viviendas, museos, industrias, empresas, clubes, bodegas, bibliotecas, abren sus puertas a todo público. Públicos y privados, sin distinción. El común denominador que tienen es ser parte del patrimonio nacional. La inmensa mayoría de esos lugares únicamente pueden ser visitados este sábado y domingo, por lo que muchos son los que aprovechan la oportunidad para conocer algo más de nuestro país, y sentirse orgullosos de lo que es nuestro. La entrada gratuita es un condimento más.
Cada año, se elige un tema central, que resulta ser el eje de la celebración. Este 2007, corresponde a la cultura afro-uruguaya, a través de tres mujeres negras, Martha Gularte, Lágrima Ríos y Rosa Luna. Más vale tarde que nunca, se me ocurre, porque los reconocimientos no deben esperar a que las homenajeadas estén muertas.
Tres mujeres de origen pobre (dos nacidas en el interior de país, y una en el Conventillo del Medio Mundo destruido por la última dictadura militar) que salieron adelante en la vida gracias a sus personalidades y a sus condiciones artisticas. Martha Gularte (1919- 2002), excelente bailarina, vedette indiscutible de nuestro Carnaval desde 1949, primera vedette de comparsa de negros y lubolos. Rosa Luna (1939-1993) bailarina y coreógrafa, que a partir de la década de los sesenta se convirtió en el símbolo del carnaval, como vedette. Lágrima Ríos (1924-2006) cantante de tango (la Perla negra del tango) y candombe (la Dama del candombe), pero, sobre todo militante social, Presidenta de Mundo Afro, luchadora contra toda forma de discriminación, llegando a participar en Conferencia Mundial contra el Racismo, la Discriminación Racial, la Xenofobia y las Formas Conexas de Intolerancia que se realizó en Durban, Sudáfrica (2001).
El candombe hace mucho que dejó de ser una expresión artística de un grupo étnico minoritario y capitalino. A estas alturas, es un componente significativo de identidad de los uruguayos, a pesar de haber surgido de los negros esclavos que los españoles trajeron a estas tierras desde África, en condiciones inhumanas a las que pocos sobrevivían. El candombe se basa en el toque de los tambores llamados chico, repique y piano. Estos se confeccionan con barriles y lonjas de cuero de vaca. Con los ritmos que ejecutaban y las danzas que acompañaban la música, los esclavos lograron conservar su cultura y sus prácticas religiosas. Este ritmo musical se disfruta desde 1956 en el Carnaval en un desfile exclusivo, denominado Desfile de Llamadas, ya que con el ritmo del candombe, los negros esclavos llamaban a sus pares (aún hoy, los fines de semana, en muchos barrios de Montevideo, en cualquier época del año, se sigue llamando, tocando y bailando en las calles, no solamente los negros, sino todos aquellos que disfrutan de ese ritmo, ya uruguayo). El baile se compone de movimientos básicamente de caderas y hombros, a diferencia de la samba brasilera en el que los pies son los protagonistas (tampoco se parece a la salsa cubana, y si dudan, pregunten a mi amiga Simone, experta bailarina de samba que nada pudo hacer por imitar a mi otra amiga, la habanera Roxana). En las últimas décadas, el candombe ha sido incorporado a otras formas musicales, siendo incluso ejecutado por orquestas sinfónicas uruguayas, recorriendo el mundo con ellas, así como también a través de canciones de uruguayos tan famosos como Jorge Drexler, ganador del Oscar a la mejor canción de película por A otro lado del río, en Diarios de Motocicleta) (somos pocos pero nos hacemos notar).
La esclavitud en Uruguay terminó en papeles en 1825 (con la Declaratoria de la Independencia, el 25 de agosto), pero en los hechos, demoró muchas décadas. Actualmente, los negros constituyen el 5% de la población, pero la mayoría vive en condiciones de pobreza, sufriendo discriminación social, laboral y económica. Según la organización Mundo Afro, el 90% de los negros viven por debajo del umbral de la pobreza (algunos en indigencia) y, dado que trabajan mayormente como jornaleros, no tienen acceso al sistema de seguridad social (ni jubilación ni seguro médico). Las mujeres, por su parte, en un 75% son trabajadoras domésticas, algunas, a pesar de desempeñarse durante décadas en casas de familia, no tienen seguridad social pues sus patrones jamás realizaron los aportos legales. Solamente cien uruguayos negros tienen grados universitarios (en un país en el que, por ejemplo, se gradúan más de trescientos médicos por año). La plástica, la narrativa, la poesía y el teatro uruguayos también se han enriquecido con obras de artistas negros, pero siglos de discriminación racial han impedido o limitado su reconocimiento y difusión en el conjunto de la población. Hay un largo camino por andar, sin duda. Por eso, es de esperarse que este Día del Patrimonio no quede en un reconocimiento en papeles, usando a la cultura afro-descendiente como slogan, sino que sea el inicio real de acciones de gobierno contra la discriminación.
La lluvia que desde ayer inunda casi todo el país se está retirando, dando paso a un cielo que esboza su típico celeste primaveral. A salir a la calle, entonces, a patrimoniar (verbo que acabo de inventar), recorriendo a pie, en bicicleta, en bus o a caballo los lugares que son nuestros, pero sin olvidar que no podremos enorgullecernos del candombe mientras siga existiendo discriminación hacia los negros.
Para disfrutar, un grupo de Negros y Lubolos en el Desfile de Llamadas