jueves, julio 06, 2006

Yoknapatawpha County










El 6 de julio de 1962 (hace exactamente cuarenta y cuatro años), murió William Faulkner, creador de fantásticas historias en Yoknapatawpha, lugar tan imaginario como real, diferente pero parecido a rincones del norte del estado de Mississippi.

Es que por esos lares (New Albany) había nacido en 1897, y por allí siguió cuando su familia se mudó a Oxford en 1902, sitio que elegió para vivir, con alguna excepción (fue en New Orleans donde escribió su primera novela, Soldier´s Pay, 1926, y bien orgullosa que está esa dolida ciudad de haber alojado a tan ilustre personaje, aún por tan poco tiempo). La muerte lo encontró en Byhalia, también en el norte de tan sureño estado, pero sus restos yacen en el St. Peter´s cementery de Oxford.

De ninguna manera cometeré el atrevimiento de escribir sobre semejante novelista, Premio Nobel en 1950. Nada puedo decir que ya no se haya dicho, y lo que se dirá, lo harán los que saben (o sabrán). Hay una excelente página de la Universidad de Missisissippi (Ole Miss), que recomiendo (disculpen pero aún no he aprendido a ingresar como dios manda los links).

Lo único que pretendo es homenajear a Faulkner, y a Oxford, lugar que el escritor eligió para vivir, y que he tenido la suerte de visitar en varias oportunidades (la última, el mes pasado).

Conocer Oxford me permitió recorrer la vida del escritor, y sentirme, como tantas otras veces, una mujer privilegiada. A medida que voy descubriendo esa ciudad, su gente y sus costumbres, puedo entender mejor su obra, acercándome (y entrando) en Yoknapatawpha.

Su casa (reinaugurada y abierta nuevamente al público desde el año pasado) ya la he mostrado en fotografías tomadas este junio (Post “Para Kafkaprocesado). También en ese mes publiqué imágenes de la ciudad (los lugareños le llaman pueblo), y de Square Books, una de mis librerías favoritas.

Las que hoy ingreso, fueron tomadas en el año 2002, en un julio de calor y humedad insoportables, como es la norma en ese rincón del planeta, cuando los árboles de Oxford aún no tenían enlazadas las cintas amarillas que hoy continúan esperando a los muchachos que van dejando sus vidas en otra guerra en la que nada tienen que ver. Morgan Freeman y John Grisham, oriundos de Oxford, fueron fotografiados por mi cuñada en la inauguración de la casa de Faulkner, evento en el que ejecutó su flauta traversa (mi cuñada). Pero en este post (modificación de tres publicados previamente) faltan con aviso (pero de todas formas lo escribo pues me encanta tener famosos en la familia). Tierra fértil, y no solo por el café, como habrán comprobado.

La primera fotografía es la bienvenida que el pueblo da a sus visitantes, haciéndole propaganda a su más ilustre hijo. Luego, el Palacio de Justicia en la actualidad (noviembre de 2004) y en la época en que Faulkner caminaba por allí. A continuación, la señal ubicada en el cementerio St. Peter: “The creador of Yoknapatwpha country, whose stories about his people won him the Nobel Prize, is buried twenty steps east of this marker”. (Indicación bien norteamericana. “Si en este país no sabes donde están los puntos cardinales, estarás perdido”, me dijo hace poco una uruguaya que vive allá. Finalmente, el cementerio en la actualidad (bueno, hace cuatro años), el entierro del escritor, y las tumbas de la familia (con la enigmática de E.T.).

La casa de Faulkner siempre me emociona. Cada visita me genera la misma fascinación. La mejor hora para recorrerla es el atardecer. El bosque que rodea la mansión tan sureña (a pesar que le falta la hamaca en el porche), envuelve el aire con un mágico silencio, escenario ideal para imaginar al escritor paseando por el inmenso jardín, escribiendo en su estudio o en las terrazas, acercándose al establo y contándole trágicas historias a los niños de la familia con el único propósito que no se acercasen a los balcones de la segunda planta. En más de una ocasión juraría haberlo visto, fumando su pipa detrás de alguna de las ventanas, o alejándose entre los centenarios cedros y robles, tal como la hacía en vida, escapándose de los curiosos que, cada vez con más frecuencia, aparecían sin aviso en los jardines, simplemente para espiar al famoso artista. Pero no me hagan caso, de niña leí muchos cuentos de hadas.

Las tumbas de la familia Faulkner, ubicadas en el bellísimo cementerio, son cuatro. Llama la atención la de "John and Lucille (Dolly) Fa(u)lkner" (hermano del escritor), ya que como la familia no estaba de acuerdo con la ortografía del apellido, se ha escrito "Falkner" en un lugar de la piedra y "Faulkner" en el otro. La cuarta fosa estuvo vacía durante mucho tiempo. Hace unos años se colocó allí una lápida fina de piedra para E.T. de quién solamente se sabe lo que está escrito: "an old family friend who came home to rest with us." Nadie sabe quién fue E.T. , excepto, Jimmy, sobrino de Faulkner.

Un día después de su muerte, durante el entierro, la viuda, fiel a la privacidad que siempre preservó la familia, dijo a los periodistas: “Until he is buried he belongs to the family. After that, he belongs to the world.”