A menos de veinticuatro horas de creado este blog (mi blog) ya he hecho publicidad del mismo entre mis familiares y amigos (¿para qué están sino para apoyarnos en cada aventura en la que nos embarcamos, aún en las más disparatadas?), de modo que espero, con ansiedad, los comentarios.
Es un día gris y fresco, de esos que no nos dejan ni una duda que aquí, en el sur del mundo, el otoño se estrenó hace más de dos semanas. El clima, la novelería de este invento de la informática, y el hecho que hoy sábado no trabajo, invitan a quedarme encerrada. Pero hace una semana dejé plantada a una amiga en la puerta del cine, de modo que intentaré reparar semejante entuerto. Por eso, en un rato nos encontraremos en la puerta de otro cine. Será como rebobinar el tiempo. Algo así como "imagínate que es el sábado pasado y yo llego al lugar y a la hora acordados". Es imposible, ya lo sé. Pero es un juego que nunca debería dejar de jugarse. Es cierto que no se puede volver atrás. Pero también es cierto que muchos de nuestros errores pueden ser reparados. Vamos! Que todos hemos metido la pata más de una vez. Que ninguno de nosotros es perfecto. ¿Digo la verdad o estoy en lo cierto?
He llegado a un punto peligroso del divague. Aquí es donde puede comenzar un análisis profundo e interminable sobre qué es y qué no es reparable. También podrían empezar los reclamos acerca de mis malas acciones. Me temo que he cavado mi propia tumba! Bueno, tendré que crear un link para quejas y reclamos. Prometo hacerlo en cuanto aprenda (se aceptan sugerencias a los que saben de informática).
Como tengo que salir para el cine (me escapé como una lady de la encrucijada en la que yo mismita me metí) solamente diré que aún no sé qué escribiré en mi blog (¿Tanta propaganda para esto?, me dirá más de uno/una). Tampoco sé porqué comencé con Del puente a la alameda, ni seguí con Desamor.
Queda para la próxima contar a qué se debe el nombre de mi blog. Anticipo que tiene que ver con que hace unos días, un amigo me llamó para decirme que estaba de duelo. Stanislaw Lem, uno de sus ídololos, había muerto....
Es un día gris y fresco, de esos que no nos dejan ni una duda que aquí, en el sur del mundo, el otoño se estrenó hace más de dos semanas. El clima, la novelería de este invento de la informática, y el hecho que hoy sábado no trabajo, invitan a quedarme encerrada. Pero hace una semana dejé plantada a una amiga en la puerta del cine, de modo que intentaré reparar semejante entuerto. Por eso, en un rato nos encontraremos en la puerta de otro cine. Será como rebobinar el tiempo. Algo así como "imagínate que es el sábado pasado y yo llego al lugar y a la hora acordados". Es imposible, ya lo sé. Pero es un juego que nunca debería dejar de jugarse. Es cierto que no se puede volver atrás. Pero también es cierto que muchos de nuestros errores pueden ser reparados. Vamos! Que todos hemos metido la pata más de una vez. Que ninguno de nosotros es perfecto. ¿Digo la verdad o estoy en lo cierto?
He llegado a un punto peligroso del divague. Aquí es donde puede comenzar un análisis profundo e interminable sobre qué es y qué no es reparable. También podrían empezar los reclamos acerca de mis malas acciones. Me temo que he cavado mi propia tumba! Bueno, tendré que crear un link para quejas y reclamos. Prometo hacerlo en cuanto aprenda (se aceptan sugerencias a los que saben de informática).
Como tengo que salir para el cine (me escapé como una lady de la encrucijada en la que yo mismita me metí) solamente diré que aún no sé qué escribiré en mi blog (¿Tanta propaganda para esto?, me dirá más de uno/una). Tampoco sé porqué comencé con Del puente a la alameda, ni seguí con Desamor.
Queda para la próxima contar a qué se debe el nombre de mi blog. Anticipo que tiene que ver con que hace unos días, un amigo me llamó para decirme que estaba de duelo. Stanislaw Lem, uno de sus ídololos, había muerto....