Este blog, mi blog, cumple hoy tres días de vida. Por lo menos, algún que otro buen amigo se ha animado a meterse en él. Lo supe no por los comentarios que están en mi blog (aunque un par sí que lo hizo, ¡gracias valientes!) sino porque muchos me enviaron mensajes de correo electrónico, y otros me llamaron por teléfono. Me felicitaron por la iniciativa (aunque fue de mi hermano, como saben), me desearon suerte (no suerte en pila), me prometieron seguirlo con frecuencia, me confesaron que se han sonreido y hasta emocionado, y se refirieron a algún archivo específico.
Me gustaría comentar tres mensajes.
El primero, de una amiga. Me escribió sobre El camino entre tu casa y la mía: "Realmente es el mismo camino en una direccion u otra, pero olvidamos que aunque se de amor desinteresadamente, los amigos necesitan una retroalimentacion y necesitamos recibir, aunque lo olvidemos muy a menudo. Yo tengo una buena amiga, demostrada por el tiempo y los afectos, más que por nada material que recorri su camino, pero añoro que venga a mi casa. Ella lo sabe y veremos cuando puede materializarse la idea". Esta amiga vivió en mi casa dos meses y cada vez que le entra la nostalgia me manda mensajes de e-mail maravillosos, recorriendo las calles de mi barrio, los desayunos a las apuradas, las charlas hasta la madrugada, los atardeceres en el mar, y alguna que otra discusión porque no me avisaba a qué hora llegaría y yo me preocupaba. Ya iré, amiga, te lo he prometido y cumpliré. Solamente déjame juntar dinero para el pasaje, ojalá vivieras a la vuelta de mi esquina.
El segundo, de otra amiga, coterránea de la anterior. No voy a jubilarme en abril, quedate tranquila. Pero no porque no quisiera. Feliz estaría ahora si supiese que mañana no tuviera que marcar tarjeta y tolerar lo que ya no tengo ganas porque estoy vieja para soportar que no me dejen hacer mi trabajo como se debe. De modo que no me retiro de la lucha (como bien dice esta amiga, tan lejos en la distancia, tan cerca de mi corazón) en este preciso momento porque aún no puedo (Soy mayor pero no tanto). Nadie, amiga, se va a quedar con lo que he hecho, y esto es lo más penoso de todo. Tengo la sensación que conmigo se esfumará un esfuerzo que ni siquiera se recordará. Tal vez por eso es que no valga la pena librar ninguna batalla más.
El tercero, de un amigo, el más incisivo, demoledor y lapidario crítico que he tenido. Pero, a la vez , de una lealtad a prueba de tempestades. Este buen amigo me escribió un mensaje de correo electrónico acusándome a priori de snob y exhibicionista. De tí, fulano, no podía esperar otro tipo de piropo. Luego, agregas "La gente escribe cartas para comunicarse, a un destinatario concreto, no al éter, y si es con pluma y tinta, pues tanto mejor será el producto" . No temas, te seguiré escribiendo. Es más, me compraré una pluma (¿porque mejor no me regalas una Mont Blanc?) para enviarte cartas solamente a tí. Nunca obligué a nadie a leer mi blog, solamente comuniqué su nacimiento e invité formalmente a conocerlo. He dicho.
Para lunes, ya escribí suficiente. De modo que sigue quedando pendiente el porqué de La amante de Bolzano.