sábado, octubre 24, 2009

La credencial en la mano, la patria en el corazón




Pablo llegó este mediodía. Si bien tenía muchas ganas de estar con nosotros y con sus amigos porque desde principios de junio no venía, su meta es la misma que la de miles de compatriotas que residen en el exterior: votar mañana. Contó que el puerto de Buenos Aires emocionaba hasta al más duro de los mortales. La gente estaba feliz. Sonrisas a diestra y siniestra, banderas uruguayas, ansiedad por llegar, ni una queja por los retrasos en los embarques debidos en parte a la tormenta que azotó ambas márgenes del Río de la Plata hasta la madrugada, en parte por la multitud.

Un decreto de la presidenta argentina obligó a todos los empleadores a dar dos días libres a todo uruguayo que quisiera venir a ejercer su derecho cívico. La empresa Buquebus ofrece pasajes a precios subvencionados (menos de la mitad de su costo habitual) a los uruguayos residentes en Argentina con la credencial cívica al día. Los partidos políticos y uruguayos residentes en el exterior que no pueden venir, realizaron colectas para pagar pasajes de los que sí pueden venir. Muchos uruguayos desperdigados por el mundo aprovecharon las elecciones de mañana para tomarse su licencia anual, renunciando a la clásica visita de Navidad.

Más de 20.000 pasajes subvencionados fueron vendidos por la empresa Buquebus. La otra empresa de transporte fluvial, 5.000. Además, los comprados a precio normal. Cerca de 500 ómnibus llegarán desde el Litoral de Argentina. Imposible contabilizar los buses que llegan desde Chile y Brasil.

Pero no es solamente fronterizo el tránsito de uruguayos hacia el paisito. El aeropuerto vive escenas dignas de fin de año desde el comienzo de la semana. Vuelos charters desde Canadá y Australia, líneas regulares de American y de Iberia, y todas las demás conexiones posibles sobre todos con EUA y España, no tenían un asiento libre desde hace meses.

Las cifras más conservadoras indican que, en total, llegaron a votar unos 40.000 uruguayos. Cifra no menor si se considera que apenas somos 3 millones de habitantes, y que 2,5 estamos habilitados para votar (qué país de viejos, mi dios).

La inmensa mayoría de la diáspora uruguaya, la que no puede venir, seguirá la transmisión gratuita que muchos canales de televisión y de radio harán a través de internet. Reunidos con familiares y amigos, esperarán los resultados que a muchos encontrarán en el mediodía de Sydney, en la medianoche de Nueva York, o en la madrugada de Madrid.

Recuerdo como si fuese ayer los días previos a las primeras elecciones nacionales en la agonía de la dictadura, en noviembre de 1984. Los puentes peatonales de los accesos a Montevideo repletos de uruguayos saludando con banderas a los cientos de ómnibus que llegaban desde Buenos Aires, los abrazos de los reencuentros en el aeropuerto, los puertos de Montevideo y de Colonia recibiendo con cantos y sonrisas a los compatriotas que pisaban el país después de una larga década con la mano en alto mostrando con orgullo la credencial.

Quizás, ha llegado la hora de reconocer que a los uruguayos que llevan la patria en el corazón nada los detiene. Tal vez, es tiempo que se apruebe el voto epistolar que se plebiscita también mañana. Que así sea.