viernes, agosto 24, 2007

Sacco y Vanzetti ochenta años después. Recuérdalo tú y recuérdalo a otros

Sacco y Vanzetti (http://it.wikipedia.org)

El caso de los dos anarquistas italianos demuestra que las instituciones democráticas más minuciosamente estudiadas no son mejores que los individuos que las usan como instrumento. Albert Einstein.


Policía: ¿es usted un ciudadano?

Sacco: No.

Policía: ¿Usted es comunista?

Sacco: No.

Policía: ¿anarquista?

Sacco: No.

Policía: ¿Usted cree en nuestro gobierno?

Sacco: Sí, aunque algunas cosas me gustan diferentes.


Al principio del juicio, el Juez Thayer dijo al jurado: Señores, ustedes han sido convocados para realizar con el mismo espíritu de patriotismo, valor, y devoción su deber como lo hicieron nuestros soldados.

Fiscal Katzmann: ¿Amaba usted este país en la última semana de mayo de 1917?

Sacco: Me es difícil responder en una sola palabra, Sr. Katzmann.

Fiscal Katzmann: Hay dos palabras que usted puede usar, Sr. Sacco, sí o no. ¿Cual es?

Sacco: Sí

Fiscal Katzmann: ¿Y para mostrar su amor por los Estados Unidos de América cuando estaba a punto de ser llamado como soldado, usted corrió a México?


Después que todas las apelaciones de los acusados se agotaron, el caso llegó a Holmes, en la Corte Suprema, que se negó a revisarlo. El veredicto se mantuvo.


El 23 de agosto de 1927, hace exactamente ochenta años, en la prisión de Charlestown, Massachussets, fueron ejecutados en la silla eléctrica, Nicola Sacco y Bartolomeo Vanzetti (zapatero uno, y vendedor ambulante de pescado, el otro), emigrantes italianos, acusados de robo y asesinato del pagador de una fábrica de zapatos.


Cincuenta años después, el 23 de agosto de 1977, el Gobernador Michael Dukakis de Massachusetts puso en marcha una comisión para analizar el juicio, que concluyó en los dos hombres no habían tenido un juicio justo.

Una carta, firmada por John M. Cabot (embajador americano retirado) declaró su "gran indignación", señalando que la confirmación de la pena de muerte por el Gobernador Fuller se hizo después de una revisión especial por tres de los más distinguidos ciudadanos de Massachussets (el presidente de Harvard, Lowell, el Presidente del MIT, Stratton y la Juez jubilada Grant). Esos tres distinguidos y respetados ciudadanos fueron vistos de forma diferente por Heywood Broun que escribió inmediatamente en su columna para el New York World después de que la comisión del Gobernador hizo su informe. Sus palabras fueron: No todo prisionero tiene un Presidente de Harvard que aprieta el interruptor para él... Si éste es un linchamiento, por lo menos el vendedor ambulante de pescado y su amigo artesano pueden tener como consuelo para el alma que morirá a manos de hombres en traje de gala o con togas académicas.


Heywood Broun, uno de los periodistas más distinguidos del siglo XX, no continuó como redactor para el New York World.


La ejecución de Sacco y Vanzetti fue llevada al cine en 1971 por Giuliano Montaldo, y tanto la película como la magnífica Balada de Sacco y Vanzetti (con letra de Joan Baez y música de Ennio Morricone) se convirtieron en la década del setenta, en símbolos de libertad en EUA (plena guerra fría), así como en el resto del mundo, también en esta América Latina en la que las dictaduras militares ya comenzaban a hacer sentir el sonido de sus botas.

Todo había comenzado el 15 de abril de 1920, cuando el pagador de una fábrica de zapatos y su escolta fueron tiroteados en los suburbios de Boston. Los autores huyeron en un coche negro, donde aguardaban otras personas. A pesar de lo espectacular del suceso y la abundancia de testigos, la policía no pudo establecer si los asesinos habían sido dos, tres o cuatro, aunque algunos apuntaron que caminaban como italianos.

Ley, no es sinónimo de Justicia, ni en EUA ni en el resto del mundo. Dos mil años atrás, a principios del siglo XX, y actualmente… Pobres, emigrantes, negros, judíos, libres pensadores, opositores a los sistemas establecidos, trabajadores, sindicalistas, anarquistas, comunistas, han sido discriminados y perseguidos históricamente.

Casi a diario se conocen casos de procesos judiciales sesgados, injustos, repletos de errores, que terminan con la vida física o psíquica de seres humanos acusados de delitos que no cometieron. Casi a diario, suceden en el mundo injusticias amparadas en la Ley, de las que no tenemos conocimiento.

En diciembre de 2006, John Grisham, abogado graduado en la Universidad de Mississippi, en Oxford, indiscutible creador de best sellers, publicó su única novela basada en un caso real The Innocent man, a partir de la lectura en los obituarios del New York Times, que Ron Williamson había muerto (2004). En 1982, Debra Sue Carter fue violada y asesinada en Ada, pueblito perdido de la geografía de Oklahoma. Por razones imposibles de establecer, Ron Williamson y Dennis Fritz se convirtieron en sospechosos para la policía, y en una locura imparable, declarados culpables. Williamson fue condenado a la pena de muerte, y Fritz a cadena perpetua. En 1999, tras once años entre rejas, cinco días antes de la ejecución de Williamson, gracias a las acciones iniciadas por uno de los médicos de la cárcel que finalizaron con el contacto de The Innocent Project (fundado en 1992 por Barry C. Scheck y Peter J. Neufeld en la Benjamin N. Cardozo School of Law en la Universidad de Yeshiva, hasta hoy, doscientos seis condenados a muerte han sido absueltos), el proceso se detuvo, revisándose desde el principio, y ambos acusados fueron declarados inocentes. Williamson murió cinco años después. Lo más escalofriante de este caso, uno en millones, es lo que siguen pensando los actores responsables de estas injusticias, y que gracias al milagro de internet se pueden leer en Ada Evening News escribiendo en el buscador Ron Williamson, John Grisham o Bill Peterson… Ada, no se encuentra tan lejos, puede estar a la vuelta de la esquina, y Williamson o Fritz puede ser cualquiera de nosotros…

En 1663, Galileo Galilei, obligado por la Santa Inquisición (comandada por el Papa Urbano VIII) a arrodillarse y retractarse de sus ideas acerca el movimiento de la tierra, dijo en voz baja Eppur si muove ( y sin embargo se mueve). Las últimas palabras pronunciadas por Nicola Sacco, mirando a los testigos, fueron Buenas noches señores, ¡viva la anarquía!...

Es por eso que el 23 de agosto de 1927, debería recordarse como símbolo de la discriminación ideológica y racial, y de todas las injusticias que se cometieron y siguen cometiéndose en el mundo. Además, claro, de todas las persecuciones que se realizan a diario, en todos los rincones del planeta. Las injusticias, siguen existiendo, y a pesar que la pena de muerte es una vergüenza humana, todo daño por procesos injustos es siempre irreparable.


Primero se llevaron a los judíos, pero como yo no era judío, no me importó.

Después se llevaron a los comunistas, pero como yo no era comunista, tampoco me importó.

Luego se llevaron a los obreros, pero como yo no era obrero tampoco me importó.

Más tarde se llevaron a los intelectuales, pero como yo no era intelectual, tampoco me importó.

Después siguieron con los curas, pero como yo no era cura, tampoco me importó. Ahora vienen por mí, pero ya es demasiado tarde.

Bertolt Brecht (1898-1956)


Homenaje a Sacco y Vanzetti (you.tube)