jueves, julio 19, 2007

Inodoro no negocia esta vez. Ha muerto Fontanarrosa, su creador

Roberto Fontanarrosa (clarin.com)


Hace unos días, Lilián, que vive en Santa Cruz de Tenerife desde hace cinco años, cuando la crisis económica más grande de la historia de Uruguay repartió por el mundo cerca de cien mil compatriotas de los menos de tres millones que alguna vez habitamos estos ciento setenta mil kilómetros cuadrados, me pidió en un mensaje de correo electrónico, que esperaba que dejara de enviarle necrológicas. Tenía todo el derecho del mundo a solicitar un recreo porque, últimamente, la muerte ha sido el lugar común de nuestras comunicaciones. Asunto, por cierto, nada menor. En menos de un año han dejado el mundo de los vivos al menos una docena de seres queridos.

La parca anda merodeando, me dije hace poco más de un mes, cuando supe que la muerte había sorprendido a Gerardo un frío sábado de junio, en su casa de Neptunia.

Cada muerte es un nuevo tajo en la herida que no llega a cicatrizar; un enojo por una vida que desaparece, dejando un hueco que nadie, jamás, podrá llenar; un dolor por la riqueza única e irrepetible de ese ser humano que dejó de ser y estar; un desconsuelo porque, al final, el olvido siempre llega y me enfurece que el paso por la vida sea tan efímero, tan breve, tan lábil; una profunda y persistente tristeza porque con cada persona que debo despedir, un pedazo de mi también se desvanece, perdiéndose para siempre, convirtiéndome día a día en una mujer menos tangible, más etérea.

Espero que sea solo una temporada, y que llegue rápidamente la tregua, pues, ya lo sabes, nunca he sido buena para los adioses, le escribí a Lilián hace apenas veinticuatro horas.

Sin embargo, la temible dama anda cerca, y, al parecer, sin intenciones de alejarse, según comprobé hace apenas un rato, cuando los titulares anunciaban que, a los sesenta y dos años, murió Roberto Fontanarosa (El Negro), el más notable escritor y dibujante que ha dado América, y tal vez el mundo.




Su primer libro, Los trenes matan a los autos, no fue tomado en serio pues se lo había encasillado en su brillante obra como dibujante. Sin embargo, con la novela Best Seller, la crítica cambió de parecer. Se estaba frente a un fantástico escritor que dibujaba, o frente a un dibujante que también escribía. Sus demás obras no demoraron en aparecer y ser recibidas con el reconocimiento que merecían: El mundo ha vivido equivocado, El área 18, La Gansada, No sé si he sido claro, Nada del otro mundo, El mayor de mis defectos, Uno nunca sabe y La mesa de los Galanes.

Nació (Era domingo y el parto había sido normal, salvo por un detalle el bebé resultó negro y canalla, según sus propias palabras), vivió y murió en Rosario, Argentina, hincha a muerte de Rosario Central en particular y del fútbol en general, tema de muchas de sus obras.

Como dibujante, poco puedo decir. Inodoro Pereyra y Boogie el aceitoso, sus famosos y excepcionales comics, hablan por si mismos.

Pereyra por mi mama, Inodoro por mi tata, que era sanitario” se presenta Inodoro Pereyra, el renegau. Siempre acompañado por Mendieta, su perro, y también por Eulogia Tapia, a quien el Negro disgraciau del dibujante le hizo engordar 67 kilos en dos cuadritos. Tanto el remate, como muchos de los chistes intermedios, están a cargo de Mendieta -un animal que anteriormente jue un crestiano, pero una noche de eclipse se emperró- que funciona como la conciencia sensata ("Negociemos, Inodoro") en estas historias de humor errático y absurdo.

Sobre Eulogia, Inodoro supo decir:

-Endijpué de tantos años, si tengo que elegir otra vez, la elijo a la Eulogia con los ojos cerrados. Porque si los abro elijo a otra.

- Acepto que la Eulogia es fulera, pero es de las que demuestran la beyeza por el absurdo.

- Usté no está gorda, Eulogia. Es un bastión contra la anorexia apátrida.

- ¿Puede una persona disaparecer de a pedazos? Porque a la Eulogia le desapareció la cintura.

Conversando con Mendieta:

- Dígame don Inodoro ¿usté está con la Eulogia por alguna promesa?
- Mendieta, uno se deslumbra con la mujer linda, se asombra con la inteligente... y se queda con la que le da pelota.

Frases célebres de Inodoro:

- La historia lo juzgará. Pero tiene el mejor de los abogados: el olvido.

- Eso de "hasta que la muerte los separe" es una incitación al asesinato.

- La muerte nivela a güenos y malos, don Inodoro. Lo malo es que nivela pa' bajo.
- Negociemos Inodoro.





Sobre Boggie, el propio Fontanarrosa, en su página Web, lo describe:

Nombre: Boogie
Alias: el Aceitoso
Fecha de nacimiento: 1972
Lugar de nacimiento: Revista Hortensia
Domicilio: Desconocido
Padre, tutor o encargado: Roberto Fontanarrosa
Estado civil: soltero
Hobbies: comprar armas, disparar a transeúntes desde la ventana de su departamento
Señas particulares: anda todo el día con un cigarrillo en la boca
Personaje admirado: Jack, el destripador
Personaje detestado: el resto de la humanidad
Observaciones: delincuente peligroso



Es imposible no mencionar la intervención de Fontanarrosa en el III Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado en Rosario en noviembre de 2004. Dejó con la boca abierta a los intelectuales asistentes cuando propuso una amnistía para las malas palabras, además de pedir cuidar de ellas e integrarlas al lenguaje, pues, consideró, que las vamos a necesitar. Este es un ámbito más que apropiado para plantearse ¿por qué son malas palabras? ¿Le pegan a las otras palabras? ¿Son de mala calidad, y cuando uno las pronuncia se deterioran? ¿Quién las define como malas palabras?". Dijo, entre otras genialidades, el escritor y dibujante.
El año pasado, cuando estuve en la ciudad de Rosario, a pesar de saber que la enfermedad neurológica (acerca de cómo se sentía, decía, como su famoso personaje mal pero acostumbrado)que padecía Fontanarrosa lo había alejado de sus rutinas, me acerqué al bar El Cairo. Quería conocer el lugar donde pasó tantas horas, conversando y bebiendo café, escenario de muchos de sus mejores cuentos. El bar, que originalmente era un boliche como tantos, donde se jugaba billar y los varones se reunían a hablar de fútbol, mujeres y políticas, fue restaurado primero en la década del setenta, convirtiéndose entonces en un antro de intelectuales.





La segunda reforma se produjo después del incendio de 2003, y sigue conservando una atmósfera especial que invita a la tertulia, a la intimidad y a la filosofía, tal vez porque es en sí mismo una leyenda urbana, quizás porque el área de exposiciones y la librería que se han incorporado lo convierten en un espacio casi perfecto para dejar transcurrir las horas.





Esta noche (noche de adiós, noche de despedida) Inodoro y Boogie lloran a su creador. Rosario, su ciudad, ya sumergida en la oscuridad, vela a su hijo, símbolo indiscutible de la idiosincrasia y la cultura de esa región del planeta, pero también de ésta, más unida que separada por el Río Uruguay.






Maldigo a la muerte que se llevó a Fontanarrosa, y a pesar que supo hacerme reír, sobre todo de mis propios defectos, porque en sus personajes hay algo de cada uno de nosotros, también lo lloro. Desde este rinconcito de Montevideo, vaya mi mayor homenaje quizás al más grande escritor humorístico que ha dado este mundo. Y en esto, Inodoro, no hay negociación posible.